cartel_amfest_noviembre2015 Las buenas noticias no dejaron de sucederse a medida que se desarrollaba la tercera edición del AMFest. Si ya hemos comentado que la afluencia de público en las dos jornadas anteriores fue más que notable, con una Sala Apolo verdaderamente abarrotada en varios momentos; el sábado se colgó el sold out, en gran medida gracias a la reunión de la mítica banda madrileña Nothink, que dio esa noche su primer concierto en tres años. Además, fue justo antes de dicho concierto cuando se mencionó la mejor noticia que nos podían dar: el AMfest no solo vuelve, sino que vuelve este mismo año los días 5, 6 y 7 de noviembre, con Maserati y Jardín de la Croix como primeros confirmados. Los abonos llevan desde entonces a la venta por 40€. Recuerda que puedes ver más fotos del festival en nuestro Flickr.

(lo:muêso)

Para mi la primera intervención de la noche (llegué a los últimos compases de la actuación de Kermit, pero no me interesaba demasiado lo que hacían de modo que no me veo en condiciones de opinar sobre ello) fue la de los madrileños (lo:muêso). Desde un post-rock tradicional, recio, con pocos aderezos y acertadas pinceladas de voz (distorsionada, evitando los sonidos guturales que uno podría esperar dada la oscuridad de algunos de sus temas) aportadas por sus dos guitarristas, ofrecieron una actuación muy sólida, de perfiles duros, sonidos graves y mucha trascendencia en lo musical. No preactican la faceta del post-rock más fácil de escuchar, y sus temas carecen de crescendos épicos o de evocadores paisajes, pero la oscura contundencia con la que se presentaron sobre el escenario me atrapó genuinamente durante toda su actuación.

Viva Belgrado

Este cuarteto de Códoba lleva desde 2014 dando bastante de qué hablar en el panorama punk de nuestro país. Ahora se han mudado a Barcelona y llevan algunas semanas presentando su trabajo sobre los escenarios no solo de España, sino de media Europa. Su propuesta es sensacional, y mezcla de manera magistral el punk más descarnado y tradicional con los tempos del post-rock. La pega, la que le encuentro a todos sus trabajos de estudio: la manía, casi obsesiva, de introducir esa voz gutural que por muy distorsionada y cubierta de capas de ruido que se encuentre, arruina composiciones geniales. De modo que si uno consigue ignorar este hecho (es más fácil ignorarlo en su formato en directo que en el de estudio, dicho sea de paso), queda una banda con una pegada imparable, unos temas emocionantes y sorprendentes y una actitud sobre las tablas francamente hipnótica. Su actuación prendió entre las primeras filas de manera similar a cómo lo había hecho la de Cleft la noche anterior, y la locura se desató hacia la mitad de su concierto.

Nothink

Conscientes de que el de su concierto era uno de los momentos más esperados de todo el festival, los madrileños Nothink subieron al escenario con las pilas cargadas. Normal, por otro lado, puesto que han tenido tres años para reponer fuerzas. Con el slot más largo asignado en todo el festival (75 minutos), tuvieron tiempo de sobra para recrearse en los tres LPs que publicaron desde 2005, ofreciendo lo que solemos llamar un “concierto grandes éxitos” de eficacia asegurada. Con la voz de Juan Blas en una forma estupenda y una compenetración envidiable entre los tres músicos, que nadie habría dicho que llevaban tres años sin tocar, pusieron a cantar y a saltar sin complicaciones a una Apolo que ahora, sí que sí, estaba hasta la bandera. La emotividad del momento era más que patente y probablemente ayudó a dar el empujón definitivo a los temas de corte americano, al rock de melodías poperas y descarada diversión de Nothink. Firmaron un concierto divertido del que nadie pareció salir insatisfecho.

Guerrera

Pero para mi, quién lo iba a decir, lo mejor de la noche estaba aún por llegar. Fuimos bastantes los que nos quedamos en la Apolo para ver tocar a los dos últimos grupos del festiva y, a pesar del ya patente cansancio, el riesgo mereció la pena. Ya bastante tarde le tocaba el turno a los gallegos Guerrera, que cuentan con un par de grabaciones de estudio reflexivas, oscuras, algo duras pero llenas de momentos de incuestionable belleza. Lo que vimos en directo tenía muy poco que ver con ellas. Las composiciones eran las mismas, qué duda cabe, pero las sensaciones que transmitían, completamente diferentes. Guerrera resultaron ser un auténtico huracán sobre el escenario, que despachó su sobrio post-rock oscurantista con una potencia y una riqueza de recursos absolutamente inesperada. Si su batería no se hubiera dedicado a tirar escupitajos a diestro y siniestro, habrían firmado un concierto perfecto. Fueron, sin duda, una de las sorpresas del AMFest.

Tiger Menja Zebra

Y para cerrar el festival, una banda local, Tiger Menja Zebra, con un batería invitado, Gustavo García, de excepción. La propuesta de este cuarteto barcelonés es la del rock electrónico con tintes experimentales, como se puede escuchar con claridad en Super Ego (2014). Sobre el escenario, la banda es otra cosa: el verdadero frontman del grupo es su batería, de manera que ésta queda en un primer plano frente al público, con las mesas de mezclas, sintetizadores y guitarras distribuidas a su alrededor. La actitud, basta con echar una ojeada a la fotografía que hay sobre estas líneas para adivinarla: arrolladora. La percusión dibuja el concierto de manera completa y los demás instrumentos quedan a su servicio, generando una sensación que no tiene nada que ver con la versión de estudio. El resultado fue un concierto atronador, de esos que hacen vibrar el suelo. Verdaderamente alucinante, con la única pega de que en el tramo final todo empieza a sonar igual y se hace un poco repetitivo. Aún así Tiger Menja Zebra le dieron al AMFest un cierre dorado, derrochando fuerza y actitud para irnos a casa con la mejor de las sensaciones posibles.